7 de abril de 2010

Mr. πάθος

La empatía es bastante difusa. Creemos que somos empáticos cuando movemos el mundo sujeto-objeto y nos situamos en la posición del otro. Sin embargo, las situaciones no son precisamente lo más importante. Como decía un profesor del año pasado: “No se debería poder decir: si yo fuera él; porque es imposible”. Lo más cerca que podemos estar es siendo conscientes de un cambio de experiencias, de un cambio de personalidad, de un cambio de sentimientos e incluso un cambio de esa misma situación que jamás podrían duplicarse y darse en dos personas a la vez. Siguiendo con la creencia de que lo diferente, en realidad, es la actitud con que la enfrentamos.

El egoísmo y el egocentrismo hacen que si escuchamos una situación desfavorable, la comprensión se deje a un lado y todo pase a ser un: si me hubiera pasado a mí. No existe un a mí, no se puede tener miedo por algo que no ha ocurrido y ni siquiera se pueden equiparar dos momentos irrepetibles. Existe la manera de verlo, de confrontarlo, no en la que dejamos que algo externo varíe la fluidez.
En resumen: comprensión, oído y dejar que nos transmitan. Nada de dar por hecho cómo debería afectar en un principio porque así nos ocurriría a nosotros en un universo paralelo. Y aun así, relacionar y simplificar pueden ser unas buenas claves para encontrar la base de la actitud.

¿Y sabéis qué es lo más genial de la empatía? Que si no estáis de acuerdo con nada de lo que digo, no importa, ella no desaparece.