tout ce qui est petit est mignon
Me cuesta muchísimo dar abrazos. No sé por qué me es tan difícil mostrar los sentimientos dando abrazos, de igual manera que no sé por qué no suelo echar de menos a las personas (me refiero a echar de menos de verdad, no una pequeña nostalgia). Sin embargo, a estas horas de la madrugada, me ha dado por recordar algunos de esos abrazos que sí han sido especiales. En serio, les doy muchísima importancia porque simbolizan diferentes sentimientos y porque son únicos para mí; además, se me nota muchísimo cuando doy un abrazo sentido y cuando no estoy del todo cómoda.
El primero me recuerda a una amiga: su padre se iba a ir de viaje por largo tiempo y ella estaba muy triste sin querer mostrarlo del todo. Le di un abrazo y lo sentí de verdad, le daba mi apoyo, mi ánimo. Me emocionó. El segundo me lo dio un chico que decía que se me echaba de menos, lo creí a pies juntillas, lo agradecí, fue un símbolo increíble de la amistad desinteresada, ya lo escribí en otra entrada. El tercero fue con otra amiga (con la que además sentía que habíamos perdido algo de contacto y me daba penilla), cuando nos dijeron que nos íbamos de Erasmus… Compartíamos la alegría, pero de verdad… Siempre digo «de verdad» y «en serio» pero es que quiero dejar constancia de que lo que digo es sincero. Hay algún otro que recuerdo con mi progenitora (me apetecía usar la palabra) aunque eran más bien tristes o, quizás, de intento de ánimo. El resto de abrazos especiales fueron con una personita que no sé por qué tenía ese don de hacer que le echara de menos y de que, a la vez, me sintiera muy a gusto con cada abrazo y compartiera millones de cosas. Lo siento por el resto del mundo, pero creo que es la única persona con la que podría haberme abrazado fuera cual fuera el momento.
Eso sí, hay otra persona con la que no recuerdo haberme abrazado (y ya es bastante triste) pero a la que echo de menos cada día. Desde ese momento comprendí que sí tenía la capacidad de echar de menos a alguien verdaderamente, de añorarle, de querer conversar sobre miles de temas y de querer que siguiera siendo mi guía, aun con todos los defectos.
…Vaya, parece que alguien está viviendo una noche más emotiva de lo habitual…
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El otro día me compré una pizarra blanca. Llevaba un par de semanas queriendo comprármela para anotar las pequeñas obligaciones que, o se me olvidan, o las dejo para el último momento. No la compré hasta el otro día porque no tenía una pizarra blanca en la que apuntar que tenía que comprármela. El caso es que el rotulador que viene con ella es bastante cutre y a los dos días se secaba demasiado y había que rascar. Bueno, eso no es lo importante, la cosa es que busqué en mi querido amigo Google que me redireccionó a Yahoo Respuestas y encontré la solución: usar un poquito de alcohol y comprarme un rotulador decente.
Aparte de esto, encontré una web en la que comparaban la vida con una pizarra blanca (ya sabéis, como esas comparaciones que hacía yo con una hoja de papel o con un yoyó; es fácil hacer símiles de todo con todo) y que Dios era el único que podía borrar esas manchitas que se quedan en la pizarra blanca después de usarla mucho. Esas manchitas se pueden borrar con alcohol.
Si Dios es alcohol, que me traigan un baileys y se dejen de páginas sectarias.
Lo siento, pero creer que algo externo es lo que te puede perdonar y «purificar» es una forma muy infantil de quitarse responsabilidades.
P.D: me parece curioso cómo el nombre de pizarra haya pasado de ser una roca para pasar a ser un trozo de ésta en el que se suele escribir y luego, por arte de magia, se haya extendido el significado hasta una pizarra blanca que... ¡no está hecha de pizarra!
P.D2: en un videojuego (Phoenix Wright) tradujeron scruffy por cutre y me pareció muy muy acertado, aunque las connotaciones de scruffy tiren más a lo desaliñado, la palabra en español es demasiado formal. Aprovecho para decir que me gusta mucho cómo han adaptado ese juego, cómo han traducido las bromas y han solventado las diferencias, ¡que no todo son quejas, leches!
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Hay momentos en los que se despliega en mi cabeza una lista de pros y contras para las decisiones menos importantes y, de vez en cuando, ocurre también con las importantes. Suele ocurrir cuando hay algo que hace que se desequilibren (o al contrario, que se equilibren las dos listas). Con el Erasmus pasó algo, empecé a ver todo lo negativo y dejé a un lado la ilusión. Quizás porque razoné demasiado dando prioridad a las convalidaciones de las asignaturas con los problemas de la vuelta y los ambientes desaconsejables antes que a la ilusión de siempre de vivir en el extranjero y hablar francés con soltura:
PROS: aprender mi idioma favorito, aprender de la cultura y forma de vida, meterme de lleno en una universidad extranjera, vivir la independencia y la intimidad, relacionarme con gente nueva, aprender a desenvolverme mejor, visitar nuevos lugares, ir a París, sentir la tranquilidad de no estar tan agobiado, en fin, vivir nuevas experiencias que me hagan aprender.
CONTRAS: dificultad para convalidar y asignaturas sin docencia, ambientes demasiado distorsionados, distancia con la familia/amigos/hogar (aunque seguro que a veces es hasta un pro, jaja), sentimiento de soledad, probabilidad de que la gente y lugares de allí sean temporales en cierto sentido...
Bueno, pues eso, que tengo una ilusión increíble por ir a Lille, aprender francés, conocer a gente de todo tipo y de cualquier sitio, hacer actividades nuevas; ¡vivir la universidad en France! Y si lo que me preocupa es todo lo que puedo evitar, siempre me ayudará a aprender más y mejor ¿no?
Estoy segura de que un tiempecito alejada me vendrá muy bien para estar tranquila, desconectar y como he dicho, para aprender en todos los ámbitos ñ_ñ
¡Os echaré de menos, gentecilla!
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P.D: rectifico en la entrada anterior, sí que se puede hablar de Translation&Interpretation... Me colé diciéndolo :)
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