24 de marzo de 2010

Pizarra blanca

El otro día me compré una pizarra blanca. Llevaba un par de semanas queriendo comprármela para anotar las pequeñas obligaciones que, o se me olvidan, o las dejo para el último momento. No la compré hasta el otro día porque no tenía una pizarra blanca en la que apuntar que tenía que comprármela. El caso es que el rotulador que viene con ella es bastante cutre y a los dos días se secaba demasiado y había que rascar. Bueno, eso no es lo importante, la cosa es que busqué en mi querido amigo Google que me redireccionó a Yahoo Respuestas y encontré la solución: usar un poquito de alcohol y comprarme un rotulador decente.

Aparte de esto, encontré una web en la que comparaban la vida con una pizarra blanca (ya sabéis, como esas comparaciones que hacía yo con una hoja de papel o con un yoyó; es fácil hacer símiles de todo con todo) y que Dios era el único que podía borrar esas manchitas que se quedan en la pizarra blanca después de usarla mucho. Esas manchitas se pueden borrar con alcohol.

Si Dios es alcohol, que me traigan un baileys y se dejen de páginas sectarias.
Lo siento, pero creer que algo externo es lo que te puede perdonar y «purificar» es una forma muy infantil de quitarse responsabilidades.

P.D: me parece curioso cómo el nombre de pizarra haya pasado de ser una roca para pasar a ser un trozo de ésta en el que se suele escribir y luego, por arte de magia, se haya extendido el significado hasta una pizarra blanca que... ¡no está hecha de pizarra!

P.D2: en un videojuego (Phoenix Wright) tradujeron scruffy por cutre y me pareció muy muy acertado, aunque las connotaciones de scruffy tiren más a lo desaliñado, la palabra en español es demasiado formal. Aprovecho para decir que me gusta mucho cómo han adaptado ese juego, cómo han traducido las bromas y han solventado las diferencias, ¡que no todo son quejas, leches!

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