tout ce qui est petit est mignon
Hoy es uno de esos días en los que disfruto de las noches tranquilas en casa viendo pelis, comiendo chuches, escuchando música y leyendo un rato.
Adoro su estilo poppy con ritmos alegres y letras con sentido (que a veces no son tan alegres).
Quiero vivir en ese mundo de colores :)
Reconócelo, desde el momento en que entraste en la universidad comenzaste a cambiar. Fue algo lento, como cuando eres pequeño y empiezas a crecer, ni te inmutas y cuando miras hacia atrás ves que ya has ganado unos cuantos centímetros. Entonces llega un momento en el que te das cuenta de que nada es igual: has conocido gente nueva de todo tipo, con diferentes aspiraciones y algunos intereses comunes; los profesores (en su mayoría) saben de lo que hablan; tienes una libertad que ansiabas y que disfrutas: ya no te fijas en nimiedades sin importancia y prestas atención a temas más cercanos; esa libertad hace que te animes y que en otras ocasiones te sientas totalmente perdido, sobre todo en temas de burocracia que antes ignorabas por completo; aprovechas cada vez más el tiempo libre; eliges, eliges y eliges una y otra vez: con quién salir, qué planes hacer, cómo disfrutar, ser prudente y algo arriesgado a veces, qué sentir, con quién compartir, dónde quedarse. Ya no estamos atados a un mundo que nos vino dado, ya no dependemos de esa institución que nos presentó a esos «amigos de toda la vida» (que probablemente lo seguirán siendo) y a esas enseñanzas que no pudimos elegir. Tenemos más campos, más ámbitos, más actividades, en definitiva: más opciones. Somos jóvenes, tenemos energía. No somos adultos: de repente, la política y la economía dejan de ser tema de interés para los debates (aquéllos que tuvimos en las clases de historia). No somos niños: queremos justificaciones, independencia y capacidad para desenvolvernos.
A lo mejor es un camino inevitable en cualquier persona y no tiene nada que ver con la educación superior, pero puedo asegurar que con la universidad sí ocurre. Y me encanta. Siento las ganas de vivir, alejando las incertidumbres y miedos de la adolescencia, cada vez somos más fuertes y sentimos de una forma más pura, más verdadera y más bonita. Apreciamos la vida. Apreciamos lo que tenemos dentro; es decir, todo.
Además, sabemos que estudiar es sólo una opción, es una manera de gratificación personal por aprender detalles del tema que más nos entusiasma, por conocer, por ampliar nuestra mente y objetivos, pero aun con todo, no es imprescindible ni mucho menos, no es ni siquiera mejor que una opción autodidacta o empirista. En realidad es sólo eso, una opción.
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No me gustan los textos justificados (las letras saltarinas al final de cada línea le quitan seriedad), pero sí con apertura de nuevo párrafo marcado por el tabulador... Así que como no sé por qué no me lo reconoce el blog, seguiré utilizando el doble espacio para marcar la diferencia de párrafo.
¿Sabíais que si una palabra llana (normalmente voz extranjera) termina por «s» después de consonante sí que se tilda? ¿Y que se puede escribir zebra? ¿Y que existe la palabra virgulilla? ¿Y que la RAE quiere que la escritura se aproxime lo máximo posible a la fonética pero que todos los dialectos se atienen a las normas generales del español?
Si uno quiere puede aprender hasta de las obligaciones más inútiles.
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