19 de octubre de 2009

Por amor al arte


No me gustan los museos. Son como las bibliotecas: lugares llenos de arte maltratado. Siempre está en salas sobrias, de colores poco atrayentes en un ambiente de silencio absoluto y seriedad. Lo siento, para mí el arte no es eso, para mí es expresividad, y aunque me encante leer en silencio y a veces los cuadros o esculturas haya que observarlos sin ruido, no me parece que en esos lugares se consiga la intimidad que uno quiere, así que si no puede ser así, mejor acompañar la visita con un poco de charla. Además creo que está maltratado porque la belleza de un cuadro es difícil contemplarla si siempre andamos comparando con los que hemos visto alrededor. Seguro que si viéramos alguno de esos en casa de algún conocido nos sorprendería muchísimo más que en una enorme sala con otros tantos que ves pasando como en una hilera.

Otra cosa que me ocurre tanto con cuadros, como con esculturas, libros y películas es que no puedo escuchar las opiniones de los demás antes de verlos, sobre todo en pintura, donde el simbolismo y las técnicas están tan sumamente estudiados y cuadriculados. ¡Como si lo que un cuadro suscita a cada persona pudiera describirse con cuatro tecnicismos! Eso sí, una vez que termino de leer un libro o de ver una película necesito buscar información sobre ellos, ver los distintos puntos de vista y conseguir analizar esos puntos a los que no había prestado atención. ¡Cuánta subjetividad, cuánta irracionalidad!

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